
El Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH) es cada vez más frecuente, tanto en niños como en adultos. Y aunque los tratamientos farmacológicos han demostrado ser eficaces para controlar síntomas como la impulsividad o la falta de concentración, no todo es blanco o negro. ¿Qué pasa, por ejemplo, con el impacto que pueden tener estos medicamentos en nuestro corazón?
Una revisión reciente publicada en The Lancet Psychiatry lanza una señal de atención: tanto los fármacos estimulantes como los no estimulantes pueden influir, aunque levemente, en la tensión arterial y el ritmo cardíaco. Es decir, conviene estar atentos.
¿Hay que preocuparse?
No necesariamente. Los cambios que se observan suelen ser pequeños y sin consecuencias clínicas graves. Pero los expertos coinciden en que conviene hacer un seguimiento, especialmente en personas con antecedentes cardiovasculares.
«Los efectos son sutiles, pero no por eso debemos ignorarlos», apuntan los autores del estudio. Llevar un control básico —como tomar la tensión de vez en cuando— puede ser una buena práctica si estás en tratamiento.
¿Y si el problema es el diagnóstico?
Aquí es donde el tema se vuelve más complejo. Algunos psiquiatras, como Alberto Ortiz Lobo, advierten que el diagnóstico de TDAH está creciendo a un ritmo preocupante. Y no siempre por razones médicas. En algunos casos, las expectativas sociales sobre el rendimiento académico o laboral pueden llevar a sobrediagnósticos y, con ellos, a un mayor consumo de medicamentos.
«El crecimiento en la prescripción de fármacos para el TDAH debería hacernos reflexionar sobre cómo estamos interpretando la conducta humana», señala Ortiz Lobo.
Falta de estudios a largo plazo
Una de las grandes limitaciones que destaca el informe es la escasez de investigaciones que analicen los efectos de estos tratamientos a largo plazo. La mayoría de los ensayos duran apenas unas semanas, mientras que muchas personas los toman durante años. ¿Qué pasa entonces con el corazón después de tanto tiempo?
«Necesitamos más estudios que miren más allá de lo inmediato», afirma el psiquiatra Pedro Manuel Ruiz Lázaro. (MTA Cooperative Group, 2009). Solo así podremos entender el panorama completo.
¿Hay alternativas?
Sí, y cada vez se habla más de ellas. Una de las opciones que está ganando terreno son los suplementos con ingredientes naturales, diseñados para apoyar la concentración, la memoria y la regulación emocional, y que pueden ser un buen aliado para quienes buscan un enfoque más equilibrado. (Rucklidge et al., 2014).
No se trata de reemplazar los medicamentos, sino de complementar el tratamiento de forma integral, especialmente en aquellos casos donde los efectos secundarios —como los cardiovasculares— generan dudas.
El tratamiento del TDAH es una herramienta clave para muchas personas, pero como todo, requiere una mirada crítica y completa. Saber cómo impacta en el cuerpo —incluido el corazón— es parte del cuidado. Y explorar nuevas formas de apoyar la salud mental y cognitiva, también.