La vuelta a la realidad después de un periodo de ocio, descanso, viajes, o familia, puede generar en las personas un cúmulo de emociones variopintas y de carácter negativo, desde ansiedad y estrés hasta desmotivación o frustración.
Y es que, el desafío de retomar nuestro ritmo normal no solo depende de factores externos, sino también de la estabilidad emocional interna. En este contexto, es crucial entender cómo podemos fortalecer nuestras emociones para una transición exitosa y productiva.
La estabilidad emocional es un rasgo que tiene algunas personas para poder afrontar y manejar favorablemente sus emociones. (Definición publicada en «Psicología y Mente» 11 de agosto de 2024) pero el Doctor en Psicología de Zaragoza, Dr. Rafael Salas nos lo define como: «la capacidad de una persona para gestionar adecuadamente sus emociones, especialmente frente a situaciones de presión o cambios en su entorno«.
En el ámbito laboral, la estabilidad emocional es crucial para enfrentar los desafíos diarios sin dejarse dominar por la ansiedad o el desánimo. Con una base emocional fuerte, es más probable que se mantenga la concentración, la motivación y se promuevan relaciones laborales y personales saludables.
Ahora que ya conocemos algunos de los factores que pueden generar esa desestabilidad emocional, vamos con algunas estrategias que pueden ayudar a mejorar la estabilidad emocional:
La resiliencia es un componente vital de la estabilidad emocional. Ser resiliente implica no solo recuperarse rápidamente de las adversidades, sino también aprender de ellas. En el contexto de la vuelta al trabajo, la resiliencia permite adaptarse a los desafíos y aprovechar las oportunidades de crecimiento que surgen del cambio. El trabajo, por naturaleza, es un entorno dinámico donde las demandas varían constantemente, y la capacidad de adaptarse emocionalmente a estas fluctuaciones es esencial para el éxito a largo plazo.
La estabilidad emocional es un recurso indispensable para asumir con éxito la vuelta al trabajo y a la rutina general. Invierte tiempo y esfuerzo en fortalecer la resiliencia emocional, organiza tu tiempo, mantén rutinas de autocuidado y, sobre todo, acepta las emociones que puedan surgir en esta transición.
Al final, el equilibrio emocional no solo te beneficia a ti, sino también a tu entorno profesional y personal, bridándote un ambiente más armonioso y eficaz.