La microbiota intestinal, también conocida como flora intestinal, constituye un amplio conjunto de microorganismos que habitan en nuestro sistema digestivo. Desde su inicio, este ecosistema se configura y evoluciona, desempeñando un papel vital en la salud general del organismo.
Este conjunto de bacterias, de aproximadamente 100 billones solo en el aparato digestivo, se considera un sistema adquirido que influye en diversas funciones cruciales. Os contamos algunas de ellas.
¿Cuáles son las funciones de la microbiota intestinal?
La microbiota intestinal lleva a cabo una serie de funciones fundamentales:
- Digestión de alimentos. Permite la digestión de componentes que nuestro organismo no puede procesar por sí mismo, generando ácidos grasos de cadena corta, antioxidantes que equilibran los niveles de colesterol y triglicéridos.
- Regulación del sistema inmune. Desempeña un papel crucial en el sistema inmunológico, influyendo en hasta el 70% de su funcionamiento y promoviendo una respuesta defensiva eficaz.
- Protección contra patógenos. Actúa como una barrera defensiva, protegiendo contra microorganismos dañinos, carcinógenos y sustancias nocivas presentes en el entorno.
- Regulación del metabolismo y balance energético. Participa en la regulación metabólica y favorece un equilibrio energético adecuado.
- Producción de vitaminas. Contribuye a la síntesis de vitaminas esenciales como la K y la B12.
- Regulación de neurotransmisores. Influye en la secreción de neurotransmisores intestinales, insulina y pépticos fundamentales para procesos vitales.
¿Qué enfermedades puede provocar un desequilibrio de la microbiota intestinal?
La alteración de la microbiota, conocida como disbiosis, conlleva consecuencias negativas para la salud. Estas pueden ir desde simples molestias intestinales hasta enfermedades más complejas como infecciones, enfermedades autoinmunes, obesidad, diabetes, cánceres digestivos, fibromialgia e incluso trastornos como el Parkinson.
Relación de la microbiota con la salud cardiovascular
Más allá de su función en la digestión, la microbiota se considera un órgano endocrino con un papel crucial en la salud cardiovascular. La alteración de la composición bacteriana se asocia con enfermedades metabólicas y cardiovasculares como la obesidad, la diabetes y el síndrome metabólico.
La disbiosis intestinal puede aumentar la permeabilidad intestinal, desencadenando respuestas inflamatorias y contribuyendo a enfermedades cardiovasculares.
¿Cómo mantener la microbiota sana?
- El consumo de probióticos es esencial para restaurar y mantener el equilibrio de la microbiota. Presentes en alimentos como yogures, quesos y kéfir, estos microorganismos beneficiosos no solo mejoran la digestión, sino que también fortalecen la flora intestinal y promueven la absorción de minerales.
- La dieta también desempeña un papel crucial en la salud de la microbiota. Evitar alimentos ultraprocesados y optar por una dieta rica en carbohidratos complejos, omega-3 y polifenoles promueve una composición microbiana más saludable. Además, reducir el consumo de alimentos de origen animal con alto contenido de carotina y lecticina puede prevenir la producción de metabolitos perjudiciales.
- Otros factores como el estrés, la actividad física y una adecuada rutina del sueño también afectan a la microbiota. Evitar el abuso de antibióticos, la auto y sobremedicación, y actividades que reduzcan el estrés son prácticas fundamentales para mantener el equilibrio de la flora intestinal.
Conclusión
La microbiota intestinal es esencial para el mantenimiento de la salud y el equilibrio del organismo. La disbiosis no solo afecta al sistema gastrointestinal, sino que también impacta en la salud cardiovascular y en otros sistemas del cuerpo.
Cuidar la microbiota implica una combinación de factores, desde la inclusión de probióticos y una dieta equilibrada, hasta la gestión del estrés y el desarrollo de un estilo de vida saludable.
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